“Él, el padre; él, el silencioso fundador;
él, que a solas ardía y centelleaba, y
se sofocó el corazón con mano heroica, para dar tiempo a que se le criase de él
la juventud con quién se habría de ganar la libertad que solo brillaría sobre
sus huesos”.
José
Martí
Por estos días leemos en la prensa cubana
las noticias de las graduaciones de docentes, licenciados en las carreras de
educación y de nivel medio en diferentes especialidades de la enseñanza.
Es de mucha satisfacción saber que jóvenes
cubanos optan para desempeñar en su vida profesional tan prestigiosa labor como
es la del maestro, enseñar y educar a las nuevas generaciones.
También por estos días, un 11 de julio de
1800 en La Habana, nació José de la Luz y Caballero, pedagogo y filósofo cubano
que fue considerado maestro por excelencia y formador de conciencias y que
engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana.
Se graduó de Bachiller en Leyes en el
Seminario de San Carlos, donde conoció a Félix Varela y fue uno de sus más
brillantes discípulos. Estudió a los grandes filósofos de la época y se opuso a
los métodos de enseñanza escolásticos reinante en la tradición filosófica
cubana de su tiempo. Dominó varios idiomas como el inglés, francés, italiano y
alemán.
Dirigió la Cátedra de Filosofía del Seminario
de San Carlos, a la cual accede por medio de pruebas de oposición. Aplicó hasta
sus últimas consecuencias las doctrinas de su maestro Félix Varela.
Fue reconocido tanto por sus admiradores
como por sus detractores por ser fiel a los métodos y doctrinas de Varela, al
cual citaba diariamente y se guiaba por sus textos para impartir las clases.
José de la Luz y Caballero haciendo
referencia al Padre Félix Varela dijo: "Mientras se piense en Cuba, se
pensará con respeto y veneración en aquel que nos enseñó a pensar".
Decía que el deber del maestro era
inculcarles a los alumnos que pensaran por sí mismos. Consideraba como
concepción pedagógica que el punto de partida del conocimiento era la
experiencia y la observación. El método experimental era el único productivo y
único verdaderamente analítico.
Sus ideas y enseñanzas se nutrieron de los
valores patrios, los que estuvieron presentes para combatir por las causas de
la justicia y el honor.
Entre sus obras, se destacan Aforismos y
apuntaciones y La polémica filosófica.
Falleció en La Habana el 22 de junio de
1862. Su muerte produjo consternación general y manifestaciones de dolor, se
cerraron las escuelas durante tres días en señal de luto.
Fue un excepcional educador por su
convicción profunda, su fe, el amor y la vocación dedicándose a inspirar en los
jóvenes las ideas de alcanzar pensadores.
Glorificó el magisterio en Cuba y fue el
mayor y más bello legado que nos dejó.
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