jueves, 3 de diciembre de 2015

Profesión de lucha



“Es la medicina (…) profesión de lucha; necesítase un alma bien templada para desempeñar con éxito ese sacerdocio…”
- José Martí
                                                                         

Carlos J. Finlay
Cada 3 de diciembre se celebra en Cuba el Día de la Medicina Latinoamericana, justo el día del natalicio del sabio Carlos J. Finlay, nacido en Camagüey en el año 1833 y descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla, el mosquito Aedes aegypti.
Cuba ha tenido considerables aportes no solo a la medicina latinoamericana sino también en todas partes del mundo.
Los médicos cubanos han desarrollado una historia de salvación y atención a todos los enfermos del mundo. Contribuyen con su docencia a formar médicos en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), quienes llevan a sus países lo aprendido en Cuba.
También es un orgullo el Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias, o comúnmente conocida como la Brigada Henry Reeve  que surgió como parte de la ayuda humanitaria que los médicos cubanos ofrecieron al pueblo de los Estados Unidos tras el paso del huracán Katrina en agosto del 2005, más adelante siguió dando su ayuda a Haití cuando la epidemia del cólera, en Pakistán y de nuevo en Haití cuando el terremoto, y ahora en África, con la siempre acostumbrada valentía de nuestros médicos cubanos, enfrentándose a la epidemia del ébola. 
No podía ser de otro modo, se unen la formación, humanismo, valentía, amor, internacionalismo de nuestros médicos y trabajadores de la salud junto al nombre que lleva la Brigada del gran brigadier Henry Reeve.


Henry Reeve, “El Inglesito”,  fue un brigadier estadounidense nacido el 2 de abril de 1850, en Brooklyn Nueva York y que gravó su nombre en la historia de Cuba, peleando por la independencia contra los españoles.
Henry Reeve

Héroe de la Guerra de Secesión en Estados Unidos, se incorporó en las filas del norte anti-esclavista, contra los sureños, que eran partidarios de no abolir la esclavitud. Al estallar la primera guerra de independencia en Cuba, conocida como la Guerra de los Diez Años, Reeve viajó a la mayor de las antillas, para ponerse al servicio de la causa libertaria cubana.

Las historias del “Inglesito”, como era conocido en Cuba, parecen sacadas de un cuento de fantasía. De gran inteligencia, entereza y valentía, Henry vivió un sinfín de anécdotas particulares, como aquella en la que fue fusilado, pero sobrevivió oculto entre los cadáveres de los muertos y luego huyó hacia la manigua cubana a rastras. Henry Reeve cayó en combate, a los 27 años de edad, el 4 de agosto de 1879 en Yaguaramas, hoy la provincia Matanzas de Cuba.


Con este trabajo quiero saldar parte de una deuda que tengo con los médicos cubanos.
Me rodea de muy cerca esta humana y sacrificada profesión. Mi nuera Tania, médica intensivista y docente, quien siempre está dispuesta para todos, lleva con amor tanto el cuidado de sus pacientes, la responsabilidad de su Unidad, la docencia de sus alumnos, así como el cuidado, ternura y abnegación a sus pequeños hijos y familia en general. Porque esta "profesión de lucha" como dijo Martí, se extiende más allá de cuando llevan puestas sus batas blancas. Esta profesión de lucha acompaña en todo a nuestros médicos y trabajadores de la salud en general.
La especialidad de los médicos y enfermeras intensivistas responde a cuidados intensivos a los pacientes que están críticamente enfermos.
La docencia es importante en la formación profesional

La práctica profesional de la Medicina intensiva exige dedicación a tiempo completo a los pacientes que se encuentran en esta área. Es importante en esta esfera la labor docente y de investigación. Por la rapidez que se suceden los avances científicos.
Amor, humanismo, valentía, dedicación y profesionalidad caracterizan al colectivo de la Sala de Terapia Intermedia del Hospital Docente Salvador Allende, la Covadonga.
Con este pequeño cumplido quiero hacer llegar a este esforzado colectivo,  mi amor de siempre. 
Y a todos los médicos cubanos y de Latinoamérica el homenaje que se merecen.

La doctora Tania Fernández Sordo con sus alumnos