sábado, 24 de agosto de 2019

El Bárbaro del Ritmo. Una leyenda, un ídolo



“Los dioses mueren jóvenes… Ninguno se va, porque su arte les comunica la misma permanencia de la fuente en que bebieron. Así es como nace ahora de su muerte para no morir más el hombre a quien toda Cuba ha llorado, con lágrimas que mojan, pero cuya voz suena como nunca, sin apagarse en el aire nuestro de cada día”- Nicolás Guillén


No tuve la dicha de conocerlo porque cuando murió era apenas una niña de 7 años, pero siempre supe de su existencia, de su talento, de su popularidad y del cariño y el respeto que siempre tuvieron por él sus compatriotas. Fue querido por todos, convirtiéndose en un mito del pueblo cubano. Hoy quiero recordarlo en el centenario de su natalicio. 
Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, Benny Moré, conocido por “El Bárbaro del Ritmo” o “El Sonero Mayor”. Nació el 24 de agosto de 1919 en el barrio Pueblo Nuevo de Santa Isabel de las Lajas en la provincia de Cienfuegos y murió en La Habana el 19 de febrero de 1963 a la edad de cuarenta y tres años.
Desde muy niño se inclinó por las manifestaciones musicales y vocales. Su familia estuvo muy ligada al Casino de los Congos, cofradía fundada en el siglo XIX por un grupo de negros Congos libertos, influencia que desde muy temprana edad le ayudó a desarrollar capacidades rítmicas de origen africanas y que le sirvió para su futura carrera artística. Allí aprendió a cantar y a bailar, y también dominó el toque de diferentes tambores.
Abandonó los estudios en cuarto grado y se puso a trabajar en labores agrícolas para ayudar económicamente a su familia. Con su simpatía, su poderosa voz y la facilidad para el repentismo amenizaba las labores de todos en su barrio de La Guinea, donde era reconocido y admirado. A los once años fue a Camagüey a ayudar a su madre como lavandera de varias familias ricas.
Desde los siete años animaba y organizaba guateques y fiesta y aprendió también a tocar el tres y la guitarra. En Vertientes se enroló con otros jóvenes en la creación del Conjunto Avance y más adelante un trío donde fue la voz segunda y las maracas, tenía 16 años y por primera vez era escuchada su voz. Aunque no estudió música poseía un don especial para la interpretación, con casi 20 años llega a La Habana a intentar abrirse camino cantando con su guitarra por los bares y centros nocturnos de la ciudad.
Fue escuchado en sus presentaciones por muchos músicos, lo que le sirvió para que unos años más tarde fuera llamado a integrar, como cantante, el Trío Matamoros. Con la entrada al Trío Matamoros comenzó su  vida profesional y el camino al éxito. Se enriquece con la tradición trovadoresca del Trío y llega a dominar la guaracha y el bolero. Hizo varias grabaciones y viajó a México presentándose en salones de baile, teatro, cabarets, programas de televisión y en centros nocturnos alternando con el famoso Conjunto Son de Veracruz.
Al concluir el contrato en México el Trío Matamoros regresa a La Habana pero él decide quedarse y probar su carrera en solitario. Al comunicarle su decisión a Miguel Matamoros, éste le sugiere que se cambie el nombre de Bartolo por ser un nombre “muy feo” y es cuando asume el nombre de Benny.
En 1946 se casa con la enfermera mexicana Juana Bocanegra y su padrino de boda fue el afamado cantante mexicano Miguel Aceves Mejía. Desde 1945 y hasta 1950 acompaña a orquestas reconocidas logrando reconocimientos y éxito en sus presentaciones. En 1948 entra como cantante en la afamada Orquesta de Dámaso Pérez Prado con la que graba más de 60 discos y su carrera escala vertiginosamente. Su don natural, su talento, su genialidad, el dominio de la actuación, junto a la técnica y la habilidad para componer y hacer música de Pérez Prado fue una explosión perfecta. En giras por distintos estados y el reconocimiento del pueblo que los escuchó y ovacionó los hicieron acreedores, al Benny, del título de "Príncipe del mambo" y a Pérez Prado el de "Rey del mambo". La voz del Benny ya era conocida en Cuba y en varios países de América Latina. Actuó en varios lugares nocturnos y en famosos teatros mexicanos y acompañó a grandes artistas y vedettes.
Aunque disfrutó de una gran fama nunca olvidó a Santa Isabel de las Lajas, su pueblo natal y así lo demostró en su composición musical que le dedicara.
 
Regresa a Cuba en 1951. Se presentó en televisión y en varios centros nocturnos. En el Ali Bar se presentaba irrepetible cada vez, con una creatividad impresionante, llegando a cantar sobre sus propios discos haciendo voces de segundo. Así dejó leyendas, emociones, compartió escena con muchos artistas reconocidos. Fue su rincón, lo sigue siendo, allí siempre volvía a pesar de sus incontables compromisos.
 Admirado y querido por su perfección en la actuación y el dominio de los diferentes géneros musicales y de la escena.

En 1953 forma su gran Banda Gigante, su querida tribu, como le llamaba. Sus músicos lo querían y respetaban por su gran humildad. Con su capacidad para cantar, bailar y dirigir la orquesta como ninguno, demostró una singular personalidad escénica que lo identificó para siempre.
Entre 1958 y 1962 su salud se deteriora. Su médico y amigo, el doctor Luis Ruiz Fernández, le diagnostica una grave cirrosis hepática. Dejó de ingerir bebidas alcohólicas, pero no hizo el reposo que debía, sino todo lo contrario: incrementó su actividad musical. Era constante su presencia en bailes, cabarets, radio y televisión, y a pesar de su fortaleza física, su organismo se deterioraba. 
Realizó giras con su orquesta por varios países de América Latina y mostró que era capaz de interpretar también otros ritmos latinoamericanos. Muy pronto graba sus discos con éxitos de venta en Cuba y América marcando una gran popularidad junto a su orquesta.
En 1958 viaja con su Banda Gigante a Los Ángeles y Nueva York. Participó en la entrega de los Premios cinematográficos Oscar, en Hollywood. En 1962 lo invitaron a una amplia gira por Europa que rechazó porque ya se encontraba mal de salud. El 16 de febrero de 1963, en el pueblo de Palmira de Las Villas, fue su última actuación.
Ingresó el día 18 en Hospital de Emergencias en La Habana, muchas personas acudían de día y de noche para saber sobre su salud mediante los partes médicos, incluso antes que se hiciera público por los medios de comunicación, hasta su deceso el día 19 de febrero. Su cortejo fúnebre fue acompañado por un mar de hombres y mujeres del pueblo hasta el local del Sindicato Nacional de Trabajadores de Arte y Espectáculos ubicado en la calle Prado y Ánimas. Los hermanos le entregaron al secretario del SINTAE el sombrero tejano y el bastón, que utilizaba el Benny como batuta, para que fueran entregadas al Museo del SINTAE.
Pidió ser sepultado en Santa Isabel de las Lajas, su querido pueblo natal, a donde fue trasladado en caravana por la Carretera Central.  Al paso de la multitud en su travesía por las distintas ciudades y poblados, todos corrían a darle el último adiós a su querido Bárbaro del Ritmo. Al llegar a Santa Isabel de las Lajas y en el barrio de La Guinea, la Sociedad de los Congos lo despidió con un solemne rito funeral mayombero de origen bantú, a base de banderas para abrir los caminos y espantar los malos espíritus. El día 20 a las 4.00 de la tarde fue sepultado en la necrópolis de este lugar. En el 2009 su tumba fue declarada Monumento Nacional. 

En el Paseo del Prado de la ciudad de Cienfuegos un Monumento lo inmortaliza.

Marcó pautas en la música de nuestro país y dejó un legado definitivo a todas las generaciones de músicos cubanos. Sin ninguna formación musical estaba dotado de una tremenda capacidad para realizar sus interpretaciones en diversos registros de voz. Símbolo del guateque campesino, la descarga, la bohemia, el café, el bar, el cabaret, el teatro, el espectáculo en general. 
Hay muchos motivos para recordar siempre al Benny. Su humildad y calidad humana que fueron grandiosas. Su genialidad musical, su gestualidad rumbera, sus pantalones bombaches o bataolas, zapatos de dos tonos, el bastón y el sombrero. Un verdadero suceso de cubanía y de identidad escénica imponente. Un músico de cuerpo entero. Un ídolo de la música cubana. Una leyenda.