Ho Chi Minh |
Ya en 1973 yo trabajaba en el Ministerio de Relaciones
Exteriores, y desde entonces han corrido 42 años. Se dice fácil y muy rápido.
Tenía apenas 17 años y me enfrentaba a la vida laboral por primera vez.
En ese lugar, conocí a un gran amigo también
muy joven, hoy seguimos haciendo tertulias y polemizando de diversos temas, ya
es como de la familia.
Este hombre autodidacta, con una cultura
política-ideológica integral, conocedor del idioma francés ha participado en
varias batallas y conflictos en diferentes lugares de este hemisferio. Fue
testigo y partícipe de la guerra en Vietnam.
La liberación de Vietnam del Sur ocurrió el
30 de abril de 1975. Hoy se conmemora el 40 aniversario y por eso les invito en
un pequeño homenaje a recordar algunos sucesos y acciones que llevaron a que se
lograra la liberación. Esto no es más que una pincelada de testimonios de mi
querido amigo Adanelio Benavides Ramos quien escribió y tituló:
“Tres
primaveras* para la correlación: Medalla.”
Pero antes de inaugurarlas y hacerlas
estallar progresiva, audaz y brillantemente, el maravilloso pueblo de Ho Chi
Minh tuvo un verano intenso e inolvidable que alcanzó su apoteosis en agosto de
1945, cuando en solo 23 días desarmó a los japoneses que ocupaban la nación.
La Revolución de Agosto (que así la llaman
los vietnamitas) llegó a su clímax ese dos de septiembre en la Plaza Ba Dinh
cuando el Tío Ho, sin protocolo alguno, ataviado con ropa sencilla y de última
hora, algunos papeles en la mano, proclamaba, ante medio millón de hanoianos,
que a partir de ese instante él y su pueblo serían libres para siempre: había
nacido la República Democrática de Vietnam.
De la multitud brotó un potente y alegre
alborozo que viajó por el éter hacia todas las latitudes del planeta. Aquella
estación de fuego en la lejana Indochina estaba condicionando tres primaveras
extraordinarias en la historia contemporánea del mundo.
El alborozo vietnamita rebotó en las paredes
de algunas capitales occidentales, principalmente París y Washington. La
primera, apoyada ampliamente por la segunda, se lanzó en diciembre de ese
propio año a recuperar su ex-colonia, y atacó Vietnam en toda la línea.
El poeta-líder-presidente y su pueblo se
repliegan a las selvas y a las montañas, reorganizan y ajustan sus fuerzas;
elaboran, desarrollan y perfeccionan la estrategia de “guerra de todo el
pueblo” y generalizan la resistencia y los combates en toda Indochina. 9 años
después, en la primavera de 1954 exactamente el día en que se inauguraba la Conferencia
de Ginebra, una de las sombras azules de Ho Chi Minh, Phan Van Dong, entró en
aquel salón de negocios y dijo: “es inútil que sigan la guerra, Dien Bien Phu
cayó en nuestras manos; les ofrezco el olivo y la paloma”.
El representante francés quedó estupefacto,
casi infartado; el inglés y el norteamericano, boquiabiertos, dejaron caer
sendas pipas y los demás allí fruncieron el ceño como diciendo: “recoge y
vámonos”.
Ciertamente, en el valle de Dien Bien Phu,
los asombrosos soldados vietnamitas habían aniquilado y hecho prisioneros 16
mil 200 hombres de la famosa legión extranjera, entre ellos 1 general, 16
coroneles, 1749 oficiales y suboficiales; derribaron o destruyeron en tierra 62
aviones de todos los tipos, ocuparon todas las armas, municiones y equipos del
enemigo, especialmente 70 mil paracaídas. Esa derrota significó el principio
del fin del sistema colonial francés a nivel global tal como lo muestran los
acontecimientos siguientes:
- En
aquella península histórica Laos y Cambodia se salieron del control colonial
francés y fueron libres.
- En
África, la repercusión más rotunda y rápida ocurrió al norte del continente,
frente al Mediterráneo, cuando en noviembre de 1954, los argelinos dijeron
“basta y echaron a andar”, culminando su cruenta lucha en 1962, fecha en que
los Acuerdos de Evian, “refrendaron su
victoria y su independencia”.
- Los
efectos correlativos se extendieron a otras áreas del continente negro.
- La
portentosa hazaña vietnamita significó, de paso, la primera bofetada militar
que ese humilde pueblo propinó a Washington en pleno rostro porque ese gobierno
había sufragado el 80 % de los esfuerzos de guerra que hizo Francia por
recuperar a su indomable ex-colonia.
Cuando años más tarde el paralelo 17 marcó
la división artificial de Vietnam, ya en el rostro del imperio de EE.UU.
estaban dibujadas esas grandes derrotas político-militares, causas de un
conocido síndrome del que no han podido recuperarse.
Ningún paralelo podría amilanar a un pueblo
fogueado históricamente ante potentes enemigos; ni nublar la aguda inteligencia
estratégica y táctica de sus dirigentes.
Ante las maniobras y acciones agresivas de
Estados Unidos, Vietnam reaccionó consecuentemente y ante el poderío
técnico-militar de aquel, respondió con gran astucia, creatividad y enorme
capacidad de sacrificio.
Todas las variantes militares y políticas
fueron derrotadas hasta que en febrero de 1965
EE.UU. decide intervenir directamente con tropas norteamericanas de
combate en la parte meridional de Vietnam y atacar con masivos e incesantes
ataques aéreos y navales la septentrional.
Perdieron
la partida:
Tres
años después el Tío Ho, el Presidente-líder-poeta, saludó la primavera de 1968
con un poema, donde uno de sus versos decía: ¡Adelante!
Desatándose un Tifón de fuego combativo y
revolucionario sobre las tropas yanquis de ocupación, sus títeres y sus
satélites (Australia entre ellos).
El “vietcong” cercó y atacó simultáneamente
unas 140 ciudades, pueblos y bases militares importantes, incluida la jefatura
del general William C. Westmoreland en el “superaeropuerto” de Tan Son Nhat y
la embajada-bunker de Estados Unidos en Saigón.
Había sido la famosa “Ofensiva del Têt” que
repercutió hondo, tanto dentro como fuera del imperio:
-
Basculó la correlación de fuerzas en el teatro de operaciones y obligó a Estados
Unidos a pasar a la defensiva estratégica en el sur de Vietnam.
- Fue
destituido el general Westmoreland como jefe de las fuerzas norteamericanas de
agresión.
-
Estados Unidos tuvo que sentarse en París a negociar con los vietnamitas.
- El
entonces presidente Johnson se negó a mandar más tropas al país indochino;
limitó los bombardeos en el norte de Vietnam y el Primero de noviembre de 1968
los suspendió totalmente.
- Anunció
que no se presentaría a elecciones para un segundo mandato.
- El
pueblo estadounidense intensificó su lucha contra la guerra de diversas
maneras.
- El
gobierno de Estados Unidos no pudo “ajustar las cuentas”, como era su propósito
agresivo en la década del 60, ni a Cuba ni a Corea Democrática, cuyos pueblos,
entre tanto, fortalecieron su potencial defensivo.
-
Algunos pueblos de nuestra América ensayaron giros a la izquierda que
fracasaron en sus momentos, pero que sirvieron para consolidar, años más tarde,
una tendencia que ya sería inexorable como la historia se encargó de demostrar.
- Los
corazones progresistas se regocijaron en todo el planeta y las izquierdas, las
verdaderas, avanzaron.
- Las
brillantes acciones de la primavera vietnamita estremecieron al imperio de
Estados Unidos, lo maniataron globalmente y por un tiempo significativo le
limitaron su poderío militar.
Obtusos e incapaces de ver claro el cuadro
estratégico regional y mundial que se había conformado luego de la “Ofensiva
del Têt”, los halcones de la Casa Blanca, a pesar de estar negociando en París,
volvieron a probar fuerza: intensificaron los bombardeos a Laos, golpearon el
estado de Cambodia y cruzaron su frontera en1970; minaron los puertos de la RDV
y lanzaron contra Hanoi y Haiphong sus bombarderos estratégicos B-52 en 1972.
Volvían
a perder la partida
El heroico pueblo del Tío Ho resistió a pie
firme la cruel embestida, barrió con sus cuerpos las minas en Haiphong y
demolió en el aire una treintena de esos bombarderos.
A la altura de esos acontecimientos, el
pueblo norteamericano ya estaba desbordado en su lucha contra la guerra y en
ese camino había dejado cuatro jóvenes mártires de la Universidad de Kent, en
Ohio.
En enero de 1973, los representantes de
EE.UU. en París (Kissinger entre ellos) firmaron la derrota, recogieron y se
fueron de Vietnam con un punzón encajado en sus más siniestras entrañas.
Todo aquel aparato artificial (gobierno,
“república” y ejército títere) montado por EE.UU. en el sur de Vietnam para
justificar su presencia agresiva en el país indochino, quedó colgado de un
conteo regresivo que llegó a cero a las 2 de la madrugada del 10 de marzo de
1975, cuando las luces de la tercera primavera iluminaron las primeras acciones
del “Vietcong” en la montañosa ciudad de Buon Me Thuot.
Las acciones se generalizaron en todo el sur
de Vietnam con una dinámica tan intensa que el 30 de abril ya los asombrosos
soldados anamitas avanzaban de modo trepidante por las calles de Saigón, todos
con un nombre en la mente, en la boca, en el corazón: Ho Chi Minh.
Para él
la medalla.
(*)
Para los vietnamitas la primavera es la más bella de las estaciones y la viven
asociándola a acciones sociales, humanas y festivas.
También enmarcan en la primavera sus
acciones militares decisivas en ofensivas de carácter estratégico, y para ello
extienden la estación de las flores a febrero y a enero como tiempo en el que
transcurrirán determinadas acciones.
Es así que la trascendente Batalla de Dien
Bien Phu comenzó el 13 de marzo de 1954; la Ofensiva del Têt la iniciaron el 31
de enero de 1968 y la que terminó con el régimen títere de Saigón y la
ocupación de EE.UU. que la desataron el 10 de marzo de 1975.
Por cierto la Ofensiva del Têt llevó el
título oficial siguiente: “La ofensiva general de la primavera de 1975 y
sublevaciones populares”.
Esto puede ser publicado en cualquier Periódico, esta muy bueno. besitos
ResponderBorrarYo creo lo mismo NOri, y aunque no es mío es un testimonio de un gran amigo.
BorrarMuy bien!
ResponderBorrarGracias Vilmi, el testimonio es de un muy buen amigo. y Vale la pena!
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