Debía comenzar una dieta alimenticia,
fundamentalmente, rica en viandas, vegetales verdes y blancos y pollo, tenía el
ácido úrico muy alto. Un amigo me aconsejó comprara en un agro que estaba
surtido de hortalizas y vegetales frescos que venían directamente de una
cooperativa; pero como no podía ir personalmente por el reposo de mi querida e
imprescindible rodilla, no reparé en el consejo.
Me mejoré y pude un día, de vuelta de mi
fisioterapia, dirigirme a comprar algunos vegetales.
Mi amigo tenía razón, viandas, hortalizas y
vegetales frescos y con calidad. Me dispuse a comprar un mazo de acelgas. Leo
en la tablilla el precio: seis pesos. Los mazos traían dos acelgas grandes y en
ocasiones tres chiquitas.
Teniendo en cuenta que los vegetales se
deben consumir frescos, que se marchitan muy rápido y que para mí eran
demasiados me dispuse a hablar con el vendedor para que me dividiera el mazo de
dos acelgas y compararía solo una por tres pesos.
¡No se puede! eso es lo que está ORIENTADO. ¡¡¡Me
quedé sorprendida!!! Pero….
¿Orientado por quién?
¿Por qué estaba obligada a comprar mazos
confeccionados con varias acelgas, por un precio mayor? Por qué yo debía
comprar un producto que se me echaría a perder a los dos días si no lo consumía
desayuno, almuerzo y comida?
Debía tomar una decisión. Me gastaba los
seis pesos y botaba a los dos días una de las acelgas ya marchitas, más tres
pesos, o no incorporaba a mi dieta necesaria para mi salud esa sabrosa
hortaliza.
Pregunté quién era el responsable que había dado
tal orientación. Silencio por respuesta. Otro vendedor, de edad más avanzada,
me incitó a que buscara al administrador; pero nunca apareció. Ese día no comí
acelgas.
Otro día me encontré la col, todas a un
mismo precio, bastante alto por cierto, fuera grande-grande o chiquitica-chiquitica.
Y pregunté por qué no ponen también la fruta bomba así, por ejemplo, todas a un
mismo precio, tenga el tamaño que tenga?
Unos días más tarde mandé a mi hija a buscar
un paquete de pollo a la tienda que vende en CUC. Regresó sin la compra
encargada. El dinero que le había dado no le alcanzaba para comprar. Los
paquetes de pollo que habían preparados eran todos de 7 CUC en adelante. ¡¡¡Horror!!!!
¿Por qué solo podían comprar paquetes de
pollo aquellas pocas personas que contaban con ese dinero? ¿Por qué no podía
incorporar a mi dieta el pollo con los 5 CUC ($125.00 MN) que yo tenía? Pensé.
O hacen los paquetes grandes para salir rápidos de ellos o para
no venderlos.
Creo que me encontraba entre la mayoría afectada por los precios.
¿Por qué no confeccionamos paquetes para
todos los gustos y alcance monetario?
¿Quién es responsable de todas estas
arbitrariedades? ¿Dónde está el sentido común?
Después escuchamos a esos mismos personajes
que nos quieren sacar el jugo con los precios, incluso, aunque la mercancía se
les quede sin vender, reclamar a grandes voces cuando van a un restaurante y el
plato es muy caro, o exigen a gritos cuando llegan a un hospital ser atendidos
con excelencia o que su hijo en la escuela tenga el mejor maestro.
Pensemos en que todos necesitamos tomar el
mismo tren.
Un día unos, otro día otros; pero todos
vamos transitando por el mismo camino.
Respete
usted primero para que lo respeten después. Sea usted consecuente con sus
semejantes, póngase en la piel de los demás.
Actúe con justeza y prudencia. Haga bien su
trabajo cualquiera que sea. Ayude al prójimo y entonces así, entre todos podremos
tener una sociedad mejor. Entonces así podremos cooperar con lo que nos toca
para ser mejores personas y educar a los más jóvenes con nuestro ejemplo.
Luchemos porque nuestro quehacer diario esté
al alcance de todos.
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