“Acabo de cumplir 50 años de mi trabajo,
de los cuales he dedicado 25, solo, dentro de las prioridades, a tratar de
preservar esa sonrisa de La Habana que es el Malecón. Me ha dolido que el mar,
que tanto amo, haya dañado irreversiblemente el Malecón…”
- Eusebio Leal Spengler
Quién no lo ha visitado o
guardado bellos recuerdos del Malecón habanero, quién no goza con un paseo por
la avenida más popular de La Habana?
Tengo absoluta seguridad que
es uno de los lugares preferidos por los cubanos y turistas, y que muchos disfrutan
allí de una puesta de sol o de un día de pesca. Otros, encuentran espacio para
enamorar, tomar aire fresco en las noches de verano, pasear en familia o
simplemente descansar en ese larguísimo asiento. Durante los meses de julio y
agosto, sus calles se convierten en una fiesta popular de costumbres y
tradiciones con el Carnaval, espectáculo lleno de colorido que con sus bailes,
músicas y carrozas adornan el entorno.
El primer nombre que recibió
el Malecón habanero fue el de Avenida
del Golfo. La historia de este inmenso muro de concreto se inició en el
año 1819 cuando la ciudad crecía y se puso en práctica el llamado “ensanche de
extramuros”. El espacio entre la Bahía de la Habana y hasta el Torreón de San
Lázaro era un lugar rocoso abierto al mar donde algunas familias iban a
bañarse. Desde donde se encuentra hoy el Parque Maceo y hasta el Río
Almendares, por el litoral, estaba lleno de arrecifes y un monte tan
impenetrable que las autoridades españolas le llamaban “Monte Vedado” considerándolo
una gran muralla natural protectora de ataques por la zona.
En un proyecto sobre el
litoral habanero encargaron a Francisco de Albear, gran ingeniero cubano, que
concibió una obra compleja, más allá de un simple paseo. Esta idea costaría 850
mil pesos, y el gobierno español no se decidió a colaborar con la
administración de La Habana y la idea de Albear no se concretó. Al final la
construcción del malecón se fue realizando por tramos y comenzó a gestarse en
1901 desde el Castillo de la Punta y en 1902 había llegado hasta la esquina de
la calle Crespo, construyéndose 500 metros.
Continuó realizándose por
diferentes gobiernos y en 1909 llegó el tramo hasta la calle Belascoaín. En
1916 se llevó hasta el Torreón de San Lázaro, en 1919 azotó a La Habana un
ciclón y el mar levantó trozos de hormigón de ese tramo hacia tierra adentro
que ocasionaron grandes destrozos. En 1921 se construyó el tramo desde el
Torreón hasta la calle 23. El trecho entre la Calle 23 y la calle O fue
terminado en 1923. La prolongación del Malecón hacia el oeste se realizó en
1930 hasta la calle G y alrededor de 1955 se continuó hasta la calle Paseo. En
1959 se continuó el malecón para enlazarlo con el túnel de Calzada y después
con la Quinta Avenida. El largo muro tiene una extensión de ocho kilómetros por
la costa norte de la capital.
Cada una de estas
prolongaciones realizadas por los gobiernos que administraban en cada época
llevaban cambios con fabulosos proyectos, que al final, terminaron dilatándose
por tres décadas en la construcción del muro que alguien lo definió como el “banco más
largo del mundo”.
Esta Avenida también cuenta
con esculturas erigidas a próceres de nuestra independencia como Antonio Maceo y
Calixto García, el monumento a la voladura del Maine, o el monumento a los
estudiantes de Medicina fusilados en 1871, y más recientemente la Tribuna
Abierta Antiimperialista con la estatua de José Martí.
Foto: Agencia Cubana de Noticias |
Desde lugares cercanos, como
el Hotel Nacional, donde aún se encuentran los cañones, se defendió La Habana
durante la colonia española, y más reciente, esa gran avenida devino
protagonista de las Marchas del Pueblo Combatiente en defensa de los ataques
del gobierno de EE.UU. contra nuestro pueblo.
Hoy ha sido también objeto
de uno de los proyectos de rehabilitación más importantes dirigidos por la
Oficina del Historiador que cuenta ya con numerosas edificaciones y espacios
recuperados.
El Malecón es otro de los
lugares distintivos de La Habana, que estará cumpliendo sus 500 años el próximo
2019.
Un lugar maravilloso para citas y encuentros. Un muro entre el mar azul
profundo que rodea nuestra Isla. Un muro frente a las antiguas edificaciones
con la belleza de sus columnas y adornos, que también son parte fundamental de
su riqueza arquitectónica.
Si visitas a La Habana y deseas
deleitarte con una atractiva belleza natural, y quieres conocer parte del
legado urbanístico, arquitectónico, de autenticidad y cubanía, entonces constituye
un recorrido obligado por este mágico lugar.
Foto: José M. Correa |
Foto: Agencia Cubana de Noticias |
Foto: José M. Correa |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario