- José Martí
Hay veces que pensamos y planeamos, y hasta lo vislumbramos, cómo serán los próximos días, meses y hasta años, en nuestra vida; pero no esperamos, ni imaginamos, que en un segundo, con un solo giro, nuestro futuro pueda cambiar. Puede ser para bien o para mal, pero cambiar.
El 20 de marzo de este año
2018, a solo diez días de ser oficialmente una jubilada, sufrí una caída en la
escalera del edificio de mi casa, ocasionándome fractura del tobillo izquierdo
con lesión en los huesos de la tibia y el peroné. Fui operada de urgencia, y se
dispuso, para mantener correctamente en su lugar los huesos lastimados, una placa con tornillos de metal. A las
seis semanas posteriores fui sometida a una segunda intervención para retirar
uno de los seis tornillos que junto a la placa conservan la correcta
colocación, esta vez cirugía menor. En los meses siguientes he mantenido el
reposo y fisioterapia para una mejor rehabilitación. Ciertamente no era lo que hubiera
querido hacer en estos tiempos, pero lo he asumido con toda la disciplina y la
paciencia que lleva un diagnóstico así.
Este triste accidente me ha
permitido valorar la vida en mayor escala, he constatado muy de cerca el amor,
la amistad y la solidaridad de mi familia y amigos, proporcionándome una
felicidad infinita.
Hospital Salvador Allende |
Él, joven de apenas 31 años, sencillo, cariñoso, respetuoso, humano, y, un profesional a toda prueba. También supe por otro operado, en mi primera consulta postoperatoria, que es de la cuarta generación de ortopédicos en su familia. Tradición que lleva con orgullo añadido.
Hoy 3 de diciembre, Día de
la Medicina Latinoamericana, modestamente intento desde mi blog, homenajear y agradecer
su dedicación, simpatía y competencia. Y demostrar el honor que tengo de
encontrarme entre sus pacientes.
Los aquejados de ortopedia y
traumatología sufren mucho por lo doloroso y el largo período que requieren
para los tratamientos y su recuperación; sin embargo, en su consulta, siempre
atestada, se escuchan gratas opiniones de su profesionalidad y carácter. Oí a
más de una persona comentar que ya no esperaban restablecerse, y gracias a su
atención, volvieron a caminar.
Mantener su cuidado y cariño
invariable, con todos y cada uno de sus diversos enfermos, recibirlos siempre
con un beso, su mano tendida, con delicadeza, respeto y atención desmedida, eso
es un valor agregado que aumenta su función y sus atributos.
Aunque muy joven,
seguramente tiene acumulada una gran experiencia en su carrera, obtenida de sus
enfermos y sus distintas patologías, y así lo demuestra en su responsable quehacer
diario.
Muchas veces escuchamos de
la preferencia y el valor que les dan a los galenos de más edad, por su
práctica, su título, prestigio o su renombre. Es cierto que es importante tener
un reconocimiento en lo que se hace, pero no siempre es suficiente.
El apoyo humano, la
distinción, la compasión, la buena relación médico-paciente, no se sustituye
con nada. No existe renombre, súper títulos, maestrías, que reemplacen el
encanto y la seguridad cuando en su estatus como Ser Humano, toma conciencia de
su condición, y le ofrece a su paciente, mucho más que su sabiduría, le entrega,
bienestar emocional. Eso, es ser un buen doctor.
Excelente artículo amiga, felicidades. Lamento mucho nuevamente lo sucedido pero me alegra saber lo bien que fuiste atendida, eso reconforta.
ResponderBorrarGracias querida, espero verte otra vez por esta esquina. Sldos
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