De Cuba, porque su arte expresa
hasta el hondón humano lo verdaderamente nuestro; La Única, pues solo ella y
nadie más, ha hecho del solar habanero, de la calle cubana, una categoría
universal.”
- Nicolás Guillén

Su nombre Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda nació en
Guanabacoa el 20 de agosto de 1900 y falleció en La Habana el 17 de abril de 1958.
Conocida como La Única.
Compartió escenario con prestigiosas figuras cubanas e internacionales. Se hizo acompañar en las orquestas por destacados compositores de la
época quienes también escribieron partituras especialmente para ella como Gonzalo Roig con Cecilia
Valdés, Moisés Simons con El manisero, Eliseo Grenet con Ay Mamá
Inés, Ernesto Lecuona con El cafetal, Gilberto S. Valdés con Ogguere. Su mayor desarrollo
fue como cantante de arte lírico con grandes habilidades y versatilidad
interpretativa. También incursionó en
numerosas películas mexicanas, particularmente las del llamado Cine de
Rumberas.
Desde 1910 realizó estudios de música, teoría de la
música, armonía, piano, y canto en el Conservatorio de Música y Declamación de
La Habana Eduardo Peurellade; en Nueva York fue discípula de canto del profesor
italiano Alberto Bimboni.
Hizo dúo con la reconocida cantante Lola de la Torre en la ópera La Gioconda, de Amilcare Ponchielli y sobre su interpretación en
esta obra dijo Alejo Carpentier: “...La
señora Montaner nos llamó la atención por su timbre de voz exquisito, que
acaricia el oído, así como por su mucha seguridad al atacar las notas altas y
su escuela inmejorable.”
Tuvo
el privilegio de ser acompañada al piano por el maestro y compositor Ernesto
Lecuona en el Festival de Música Cubana. Cantó a dúo con Alejandro García Caturla y acompañada por la Orquesta Sinfónica
de La Habana bajo la dirección de Gonzalo Roig.
En 1926, interpretó el aria de «Un bel di
vedremo» de la ópera Madame Butterfly y el aria «Mi chiamano Mimi»,
de la ópera La Bohème, del compositor italiano Giacomo
Puccini. Trabajó en Nueva York con la
compañía Follies Schubert en el cuadro español, Una noche en España, y
en el Teatro Apolo, con el violinista Xavier Cugat.
Estrena en 1927 en el Teatro Regina (Cine Jigüe), el
sainete Niña Rita o La Habana en 1830, de Lecuona y Eliseo Grenet, después interpretó el famoso, tango
congo ¡Ay!, Mamá Inés y Siboney.
Viaja a París en 1929 en compañía de Sindo y
Guarionex Garay, el pianista Rafael Betancourt y los bailarines Carmita Ortiz y
Julio Richard.
Sobre sus
actuaciones en París, dijo Alejo Carpentier: «No puede negarse la influencia que tuvo, el año pasado, la actuación
de Rita Montaner, en esta invasión de aires tropicales. Rita Montaner, en el
dominio de lo afrocubano, resulta insuperable. Es, en su género, intérprete tan
fuerte como pudo serlo, en el suyo, una Florence Mills. Con ella nos situamos
lejos de la lánguida dilettante vocal, que canta criollas melosas entornando
los ojos y crispando los dedos sobre un abanico ochocentista.Rita
Montaner se ha creado un estilo: nos grita, a voz abierta, con un formidable
sentido del ritmo, canciones arrabaleras, escritas por un Simons o un Grenet,
que saben, según los casos, a patio de solar, batey de ingenio, puesto de
chinos, fiesta ñáñiga y pirulí premiado [...]. Rita Montaner tiene el gran
mérito de haberse especializado en la interpretación de ese folklore,
calificado por algunos de bárbaro y poco elegante. Gracias a ella, sus
compositores favoritos, Simons, Grenet, y otros, pueden ver sus canciones
puestas en valor de modo admirable [...].»
Y en otra crónica apunta Carpentier: «En pocos años, Rita Montaner alcanzó una
popularidad extraordinaria. Creó un estilo, imitado hasta la saciedad.En épocas de
tensión política, todo el público de la isla estaba atento a las coplas que
cantaba La Chismosa, personaje de su creación. Y, a medida que pasaban los
años, su voz adquiría en elocuencia, en poder de expresión, lo que el tiempo le
restaba de frescor... Es probable que la máquina trituradora de talentos que es
la radio, la haya llevado a prodigarse demasiado, poniendo su personalidad al
servicio de emisiones más o menos mediocres. Pero Rita era Rita, y la Rita de
Ogguere, de Negro bembón, de Chivo que rompe tambó, se resolvió, no hace mucho
tiempo, a asombrar a quiénes tal vez la creyeran próxima al ocaso.Volviendo a
la partitura seria, se dio a interpretar una ópera de Gian Carlo Menotti con
tal dominio de sus medios, con tanta autoridad y fuerza dramática, que el
acontecimiento tuvo, para muchos, el valor de una revelación tardía. Rita
Montaner desafiaba magníficamente el paso de los años, mostrando que nada había
perdido de su personalidad.»
Fue contratada en 1929 por la compañía de Velasco para actuar en Valencia.
Vuelve a Nueva York en 1931 cantando en varias radioemisoras y en el show musical contratada por Al Jolson. El crítico Juan Paraíso escribe: «la artista cubana se destaca por el ritmo
peculiar que imprime a sus canciones. Hay
en la voz de Rita Montaner inflexiones cálidas, sabrosas, genuinas de su
trópico maravilloso, que la personalizan y elevan sobre todas las figuras de la
Compañía [...]».
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Rita con Bola de Nieve |
Rita viaja a México en 1933, con Bola de
Nieve, como pianista acompañante. Regresa a Cuba, vuelve a Estados Unidos y hace una gira
por Argentina.
De regreso trabajó en el teatro Principal de
la Comedia. Integra el elenco de la Compañía de
Zarzuelas Cubanas que se presentaba en el Teatro Martí, y más adelante pasó a
trabajar con Lecuona. Establece relaciones de trabajo con el compositor
Gilberto Valdés, y desde entonces se convirtió en una de las más importantes
intérpretes de su obra.
En 1940 interpretó el sainete lírico de Rodrigo
Prats, Amalia Batista. En 1941 interpretó por la CMQ, la novela Cecilia Valdés,
del escritor cubano Cirilo Villaverde. Se presentó en el teatro Nacional con el
cantante argentino Hugo del Carril, y realizó una actuación especial en el
filme Romance musical.
En Argentina coincide con Mecha Ortiz y su Compañía, Hugo del
Carril, Libertad Lamarque y Nini Marshall. A su regreso actuó en La viuda
alegre, de Franz Lehar, junto a Maruja González y Jorge Negrete.
El 24 de febrero de 1945 fue coronada Reina
Nacional de la Radio. Desde 1946, actúa en el Cabaret Tropicana, acompañada
al piano unas veces por Ignacio Villa (Bola de Nieve) y otras por Felo Bergaza.
En 1947 viajó a México para actuar en el filme
María la O, basada en la zarzuela de igual título de Lecuona. En 1948 viajó a
Estados Unidos con Carlos Pous y Felo Bergaza para actuar en el Teatro Hispano.
Hizo el personaje de la negra Mercé en el filme mexicano Angelitos negros,
junto a Pedro Infante.
Rita formó parte en 1951 del elenco artístico del
Canal 6 (CMQ Televisión). Fue la figura principal
del espectáculo musical celebrado en 1952 en el Teatro Blanquita (hoy Karl
Marx). Después actuó en 1953
en Radio Continente, de Caracas, Venezuela. Fue
contratada por el Cabaret Montmartre para las producciones Son y Danzón, dirigidas
musicalmente por el compositor Félix Guerrero, con coreografía de Alberto
Alonso. En otra producción del mismo cabaret, actuó en la revista La calle,
junto a Benny Moré y el Trío Matamoros.
Rita actuó en la ópera del
compositor italo-norteamericano Gian Carlo Menotti, La medium, presentada en la
sala-teatro Hubert de Blanck, bajo la dirección musical de Paul Csonka. La
última función en la que actuó la gran Rita fue en la comedia británica Fiebre
de primavera, de Noel Coward, bajo la dirección de Rubén Vigón, puesta en julio
de 1957 en la sala Arlequín.
Murió de cáncer en La Habana el 17 de abril de 1958,
dejando un legado musical. Rita Montaner sigue viva en la
música cubana.

Rita, una mujer extraordinaria que todos los amantes de la buena música debemos conocer y amar. Con toda esa trayectoria, sin duda que es la única, la verdadera embajadora de Cuba. Un excelente trabajo de Carmen para el mundo.
ResponderBorrarGracias por su comentario, lo espero otra vez en esta esquina. Sldos
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