miércoles, 23 de julio de 2014

Desatinos de Los Amantes



   Es viernes, ocho y media de la noche y estoy de nuevo visitando la acogedora sala de teatro Adolfo Llauradó, en la Casona de Línea, esta vez para disfrutar del estreno de la obra “Los amantes”, versión del dramaturgo cubano Juan Carlos Cremata Malberti y su grupo El Ingenio. Cremata hace una versión de la obra El amante, del dramaturgo inglés Harold Pinter.
   Una pareja en La Habana, se atreve a mostrar varias caras en su juego para demostrar la diversidad que implica el amor.
   La Habana, calurosa, controvertida, feminista y de situaciones sofocantes lleva a las relaciones amorosas más allá de parejas. Buscan el placer con retozos, deseos y satisfacciones en Uno y en Otra, más allá del matrimonio.
   Desde mi sencilla butaca disfruté muchísimo de las diferentes escenas donde se mezcla la actuación, con el canto y la danza. Estuve colmada de risas por las situaciones locas y simpáticas de la obra. Y también te permite reflexionar sobre la realidad cotidiana de nuestro país.
   Desde mi posición de espectadora -y no soy crítica de teatro-, quiero expresar los sinsabores que me dejó la puesta en escena “Los amantes”.
   Respeto y entiendo la nueva apertura del teatro con toda la diversidad de género, desnudos, sexualidad, diálogos y demás. Un teatro revolucionario y crítico de la sociedad en que vivimos. Atrevidos diálogos y representaciones que nos llevan a todos a la reflexión total de las situaciones que afrontamos en la vida cotidiana, todo eso lo entiendo y tengo la capacidad de comprenderlo. Incluso sabemos, que el teatro y las artes en general, en todas las épocas, han expresado la situación social imperante.
   Lo que no puedo entender, y confieso que me sobrecogió cuando lo presencié, es ver la manera en que se utiliza la imagen del Che Guevara, símbolo internacional, ejemplo de millones de hombres y mujeres, una figura que inspira a muchos jóvenes en el mundo.
   Creo que también el público merece un respeto, creo que la figura del Che no es propiedad de nadie, es de todos, y por tanto no debemos irrespetar con esas escenas a los que estamos disfrutando de la obra. Mis sentimientos, mi capacidad del intelecto, mi humanismo, merecen consideración.
   Eso no hará a la puesta mejor, al contrario creo que mezclar esos símbolos y utilizarlos irrespetuosamente, la hará peor.
   Con todo el respeto y la profesionalidad que ha demostrado el director de la puesta en escena, y con toda la estima que me merece, expreso que el Che Guevara nos pertenece a todos y para admirarlo y respetarnos a nosotros mismos, su imagen debe ser usada con honores.

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