“El Capitolio es de innegable belleza, serena y majestuosa, de líneas
pura y severamente clásicas, de proporciones admirables donde contrasta la
horizontalidad de las fachadas con la elegante esbeltez de la cúpula”
-
Emilio Roig
de Leuchsering
Es prácticamente imposible en tan corto
espacio y con tan breve tiempo contar la formidable historia del Capitolio Nacional de Cuba, situado en
el Paseo del Prado, entre el Parque de la Fraternidad y el Gran Teatro de La
Habana, e inaugurado el 20 de mayo de 1929 bajo el gobierno de Gerardo Machado,
y que hoy, está cumpliendo 90 años.
En el lugar donde hoy está
el Capitolio fue, anteriormente, una
extensa ciénaga, después un Jardín Botánico y luego la Estación Ferroviaria de
Villanueva.
Estación de Villanueva |
Después de adquirir los
terrenos de la Estación, el congreso decidió, en 1910, construir lo que sería
la sede del palacio presidencial. Se creó por Decreto una Comisión que
presentaría las bases del concurso internacional para la selección del diseño de lo que sería la casa de
gobierno.
El 7 de agosto de 1911 el primer
proyecto y ganador se presentó con el nombre de La República y tendría 100
metros de frente por 70 de fondo y 1 200 000 pesos de presupuesto. Marchó la
obra hasta el gobierno de Mario García Menocal, quien aprobó una ley el 2 de
julio de 1914, derogando las disposiciones anteriores y orientando la
construcción del Palacio de los Congresos concediendo un crédito de 1 00 000 de
pesos a razón de 200 000 anuales y una indemnización de 70 000 a los
contratistas. Se modificaron los planos y lo ya construido y se encargó para la
nueva obra a los arquitectos cubanos Félix Cabarrocas y Mario Romañach.
En un segundo proyecto Cabarrocas
transformó completamente el original tomando como modelo un edificio de
renacimiento francés y cambió el estilo de la cúpula por uno de sección
cuadrada. Mientras él se encargó de las fachadas y las plantas, Romañach se
dedicó a las elevaciones interiores.
El 4 de noviembre de 1914 la
continuación de las obras se le confió a la sociedad constructora La Nacional,
con un presupuesto que ascendía a 2 008 390 pesos. En 1919 se paralizaron los
trabajos por Mario García Menocal como consecuencia del aumento de su costo por
parte de los contratistas. El 21 de octubre de 1921, a pesar de estar
adelantadas las labores, el presidente Alfredo Zayas decretó paralizarlas, pues
la crisis económica del país impedía continuar. El terreno fue arrendado a una
compañía particular para que instalara allí el Havana Park, un parque de
diversiones que tenía hasta una montaña rusa. Con el tiempo desaparecieron
todos los instrumentos de los contratistas y lo edificado se fue deteriorando.
El secretario de Obras
Públicas, doctor Carlos Miguel de Céspedes, encomendó un nuevo proyecto, a los
arquitectos cubanos Evelio Govantes y Félix Cabarrocas. Esta vez se dispuso
subastar la construcción del Capitolio por decreto presidencial, y fue ganada
por la Compañía de gran prestigio y solvencia, Purdy and Henderson. Introdujo
al proyecto algunos cambios, siendo el más revelador el de la cúpula que la
concibió más apuesta y enorme.
En este tercer proyecto la
obra fue reiniciada en 1926. Participaron ocho mil hombres, españoles en su
gran mayoría, cubanos y de otras nacionalidades, pues en el país no existía
fuerza de trabajo para acometer una obra de tal magnitud y especialidad.
Tampoco las herramientas ni máquinas idóneas capaces de dar molde a las piedras
semejantes al mármol. Fueron instaladas nueve sierras con hojas de dientes
desmontables y sembrados de diamantes que los canteros usaban para rebajar y
ejecutar los acabados a las piedras de capellanía. Una grúa potente con
capacidad para 15 toneladas era la encargada de descargar y alinear las piedras
en caso de que no fueran a utilizarse inmediatamente. Luego el toque humano le
daba el acabado necesario.
Las lámparas de bronce, los
capiteles y las columnas del Salón de los Pasos Perdidos fueron encargados a
Sunnier Duval Frisquet, de Londres. Las lámparas del salón de la presidencia
del Senado y las de cuarenta bombillas de la Cámara de Representantes, todas de
bronce laminado con oro viejo y cristales dorados con oro al mercurio, se
hicieron en la Societé Anonime Bague, de París. Los mármoles que adornan el
Salón de los Pasos Perdidos, el Senado y las escaleras de honor son de sesenta
calidades diferentes. Todos los mármoles fueron traídos de Italia, incluido en
antico verde.
En
el salón de conferencias del Senado hay un zócalo de mármol verde de los Alpes,
con comisa de ónix dorado de Marruecos. Las pilastras son de mármol cipollino
dorado oxidado. Los herrajes fueron encargados a la Yale de Standford, en
Connecticut, Estados Unidos, que también confeccionó las cerraduras de estilo
renacimiento italiano de la planta principal. Las oficinas de los secretarios
de la Cámara de Representantes y el Senado las tienen estilo Jorge V, en tanto
las de la Cámara son estilo imperio. Todas de bronce fundido con acabado de
bronce antiguo.
De
Cuba se utilizaron cinco millones de ladrillos, 150 mil bolsas de cemento, 3
500 000 pies de madera, 38 000 metros cúbicos de arena, 3 500 toneladas de
acero natural, 2 000 toneladas de cabillas y 40 000 m3 de piedra
picada.
Conduce
a la entrada principal del edificio una ancha escalinata de granito, con 55
escalones, 36 metros de ancho y 16 de alto. A ambos lados del fin de la escalera aparecen
dos impresionantes grupos escultóricos de bronce con pedestal de granito y una altura
de 6,70 metros, del italiano Angelo Zanelli, una masculina que representa el
progreso de la actividad humana, y la otra femenina que encarna la virtud
tutelar del pueblo. Dos macizos en los extremos y doce columnas de orden
jónico, seis en primera línea y las otras en la segunda línea de muros. Los
pilares y los apiteles jónicos y romanos de dos caras destacan por sus enormes
dimensiones. En el recibidor, en todas las puertas y los paneux laterales, hermosos
recuadros de mármol Boticcino esculpidos por Angelo Zanelli.
Las
logias, compuestas por columnas con sus bases y capiteles decorados y que
forman entre ellas nueve intercolumnios en cuyos ejes están las amplias
ventanas que dan al Salón de los Pasos Perdidos, y sobre ellas, recuadros
esculpidos o metopas labradas en piedra en bajorrelieve, inspirados en temas simbólicos
de la vida cubana.
Los
decorados del lado derecho del pórtico capitolino significan el comercio
terrestre, la molienda, el trabajo, la minería, la instrucción, la cerámica, la
justicia, la mecánica, la familia, la industria ligera y el comercio marítimo.
Los del ala izquierda a los descubridores, la siembra, los leñadores, la
carpintería, el tabaco, la metalurgia, la agricultura, la caña, la forja de
metales, la destilería y las hilanderas. Otras cuatro piezas en cada uno de los
pabellones extremos, tres se hallan en sus frentes correspondiendo a sus tres
intercolumnios. En el pabellón de la derecha están representadas la danza, la
música, la poesía y la arquitectura. En el de la izquierda: las matemáticas, la
química, la astronomía, y la física.
Foto Juvenal Balán |
Foto: Juvenal Balán |
Hermosa
decoración y estilos arquitectónicos, mobiliario original, escaleras y puertas
con mármoles y bronce respectivamente, destacan los salones. El Salón Baire,
Salón Bolívar, Salón Baraguá, Salón Martí, que sirvió de antesala a la
biblioteca. En todos ellos se reiteran rosetones con las iniciales,
entrelazadas, de la República de Cuba. Creadas por artistas cubanos, y fundidas
en Francia. Se aprecia el trabajo de los techos y puertas de los salones Yara y
Jimaguayú, destinados a las reuniones de los comités de la Minoría y de la
Mayoría parlamentarias.
En
la parte posterior del edificio se encuentra el vestíbulo que conduce a las
Escaleras de Honor, la cual debe su nombre a que sólo podía ser utilizada por
los parlamentarios.
Los
nombres de cinco obreros que perdieron la vida durante la construcción se
encuentran grabados en una lápida que dice: "
Una plegaria para los que dieron su vida. Un recuerdo para todos los que
pusieron en estas piedras brazos, ciencia y espíritu.”
Después
del triunfo de la Revolución, se
convirtió en la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y
de la Academia de Ciencias y se abrió a la población.
Por
el grado de deterioro que presentaba se decidió cerrarlo para su estudio y
posterior labores de restauración que comenzaron en el 2012. Esta tarea estuvo a
cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que dirigida por
Eusebio Leal Spengler, logró rescatar los valores históricos y arquitectónicos de
la emblemática institución.
Ha sido escenario de
acontecimientos históricos y políticos, el 5 de julio de 1940 se promulgó en su escalinata la
Constitución de 1940. En el año 2010 fue declarado Monumento
Nacional y actualmente radica allí la sede de la Asamblea Nacional del Poder
Popular.
Después de su restauración abrió
las puertas al público, y sus visitas son siempre guiadas y organizadas en
grupos de 15 personas, las que podrán acceder a la instalación en horarios
diferentes de martes a domingos.
Se
ha convertido en tradición en Cuba que los visitantes de otras provincias del
país y los turistas extranjeros se tomen fotos frente al distintivo y
majestuoso edificio.
El
Capitolio Nacional es el más grande símbolo de La Habana, la edificación más conocida
y popular de los cubanos y en especial de los que nos visitan. Es considerada una
joya arquitectónica del hemisferio occidental.
Es una construcción impresionante y muy lujosa como edificio. Además de histórica y magnánima. Vale la pena visitarlo.
ResponderBorrarGracias Luis por pasar por esta esquina y dejar su comentario. Saludos
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ResponderBorrarGracias por comentar. Sldos
BorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarUna experiencia. Saludos
BorrarEs una obra impresionante por fuera y mágica por dentro, creo lei que después de su remodelación va a ser utilizado para el Consejo de Estado.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEstá a Asamblea nacional del Poder Popular. Gracias por comentar. Sldos
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